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martes, 20 de marzo de 2018

Can Can: Reseña Malditos Villanos Pixelados (2004) y Caos (2011)





El reloj  marca la hora cero de este proyecto que aún no estoy seguro por que comencé, ni por qué continuo, palmadas de melomanía talvez, pero llevado por la inercia tomo el paquete mal embalado  que retire ayer por la tarde del correo y rasgo la envoltura como quien inicia un ritual.  El unboxing  provoca una sonrisa en mi apática alma mientras se descubren las portadas de “Malditos villanos pixelados” y “Caos” de la banda Quiteña Can Can, El primero muestra una mancha que sugiere dos canes apareándose sobre un fondo azul pálido en tanto que el segundo, fácilmente podría ser  la expresión de un grafitero adolescente debutando en alucinógenos, (entiendo que viene con una cubierta, pero lo compre usado) me entretengo descifrando los personajes bizarros del booklet.

Repaso visualmente el piso de mi habitación como un fotograma colorido de prendas falsificadas hasta  dar con mi discman sony, que en años mozos tuve que regatear en sucres para obtenerlo, y que ahora, junto a un café demasiado cargado, será el cómplice de este vertedero. Procedo a redactar las líneas que expresan las sensaciones posteriores a presionar el botón de play.

Pop-rock con pretensiones de no ser pretencioso 

Para empezar he de decir que me parece irrelevante el fragmento colocado a modo intro y todos los samples que rellenan  el disco Malditos Villanos pixelados.  A no ser que Bonafont funja   como algún tipo de  productor ejecutivo egocentrista no le encuentro el propósito.  El disco se defiende solo, no precisa jocosidades forzadas.

Can Can - Malditos villanos pixelados (2004)
La energía empieza a fluir en megabass, secuencias electrónicas acertadamente aceleradas, tema bastante  dinámico, sobresale, al igual que Atari y levitaba, pero este en un sentido más introspectivo para mí, de ahí en adelante me ha dejado altos y bajos, los ingredientes no terminan de mezclarse, combinan melodías que llevan retazos donde mi cuerpo rechaza automáticamente los rasgos mimosos de la producción y fracciones donde traicionado por mi subconsciente me encuentro sacudiendo alguna extremidad. Me siento casi obligado a hablar de fatalidad, una versión bastante acertada para homenajear al “ruiseñor de América”.

Can Can - Caos (2011)
Momento de relevo en mi “prehistórico” reproductor, me sorprendo gratamente, Caos, viene con lienzo autentico, donde han desarrollado su propio estilo, perfeccionando estructuras armónicas, evolución y madurez sonora.   En su último álbum Can Can se muestra como una banda que se desliza  contracorriente desarrollando el deforme híbrido electro-rock-pop con trasfondo un tanto británico de aroma noventero, reconozco me he sobreexcitado en pesadilla, la mala influencia y caos, piezas donde a pesar de que su sonido se jacta de eclecticismo, la matices antes mencionados  y la psicodelia se pronuncian por separado, en un sentido positivo. Los pasajes lentos abarcan tonalidades oscuras y la dulce voz de Denisse Santos en conjunción con la sombría pluma, arrastra una atmósfera perversa como si una católica quinceañera vestida de rosa se desnudara en un antro administrado por proxenetas cocainómanos. Si algo se le puede reprochar al disco es la sobrecarga de tracks.

En fin,  este canino musical gruñe con voz  propia, un gruñido que se aprecia mejor a altos decibeles, según reza un enunciado  del propio disco, Su música es bastante digerible, idónea para cualquier frecuencia radial con la contraposición de que no se puede tachar de comercial.    

Me quito los auriculares a la espera que Can Can  este próximo a parir otro engendro y sus  ambiciones creativas se sigan elevado.  

P.D.: Si algún individuo posee en físico los álbumes faltantes de esta banda y quiere deshacerse de ellos por algunas monedas, en mi tiene un comprador bastante torpe para regatear.



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